Catedral de Siracusa

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La catedral de Siracusa es uno de los monumentos más extraordinarios y fascinantes de la ciudad. Su aspecto actual se debe a una importante reconstrucción realizada en el siglo VI d.C.. El núcleo original era un templo griego, dedicado a Atenea, que fue amurallado y posteriormente convertido en iglesia bizantina. La actual fachada barroca data del siglo XVIII y fue diseñada por el arquitecto Andrea Palma. Alberga la preciosa estatua de plata de Santa Lucía, que se saca en procesión dos veces al año con motivo de las fiestas de la mártir. Al igual que toda la zona de Ortigia, la Catedral de Siracusa es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, formando parte del conjunto de Siracusa y la Necrópolis Rocosa de Pantalica.

Historia de la Catedral de Siracusa

El aspecto actual de la Catedral de Siracusa se remonta al siglo VI a.C., cuando se utilizó un templo griego preexistente para crear una basílica bizantina. Se cerró el pórtico del templo y se tallaron arcos de medio punto en las paredes de la cámara para crear las tres naves de la iglesia. También se invirtió la orientación del templo con la creación de tres ábsides al este y el desplazamiento de la entrada hacia el oeste. Tras ser saqueada por los árabes en 878 d.C., la catedral de Siracusa fue restaurada y mejorada por los normandos. Se añadieron ventanas a lo largo de la pared de la cámara para proporcionar más luz y se añadieron mosaicos, pero éstos se han perdido. En el siglo XVII, la catedral sufrió varias modificaciones y ampliaciones. Se abrieron las capillas del lado sur, se construyó la cúpula y se añadió el gran edículo barroco al altar mayor. La fachada barroca actual data del siglo XVIII y se construyó tras los graves daños sufridos en el terremoto de Val di Noto de 1693.

El templo de Atenea

El núcleo original de la catedral de Siracusa era un templo griego del siglo VI a.C. dedicado a la diosa Atenea. Se construyó para celebrar la victoria sobre Cartago en la batalla de Himera, en el 480 a.C. También llamado Athenaion, estaba construido con piedra caliza y recubierto de yeso. Tenía seis columnas en los lados cortos y catorce a lo largo. Cicerón describe cómo el gobernador de Sicilia, Cayo Licinio Verres, robó las riquezas del templo de Atenea en su obra In Verrem. Así sabemos, por ejemplo, que el Athenaion tenía puertas de oro y plata, decoraciones de marfil y paneles pintados que representaban a tiranos y reyes de Sicilia.

Curiosidad: en la parte superior del templo había un enorme escudo de cobre dorado. Era tan grande que constituía un importante punto de referencia para los barcos que llegaban al puerto de Siracusa.

Exterior de la catedral de Siracusa

La fachada barroca de la catedral de Siracusa, con sus espléndidos elementos decorativos, contribuye a hacer del conjunto una de las vistas más bellas de Sicilia. Su construcción comenzó en 1728, para sustituir a la anterior que había quedado gravemente dañada en el terremoto de 1693. Las estatuas son obra del escultor Ignazio Marabitti. A ambos lados de la escalera principal están San Pedro y San Pablo, mientras que en la fachada encontramos a la Virgen María con San Marciano a la izquierda y Santa Lucía a la derecha. La fachada de la catedral está separada por dos filas superpuestas de columnas corintias rematadas por un frontón quebrado. Los tres imponentes portales, protegidos por verjas de hierro forjado, dan acceso al vestíbulo. Éste está decorado con dos hornacinas, una a la izquierda con la estatua de San Vincenzo Ferreri y otra a la derecha con la de San Ludovico Bertrando. En el vestíbulo se encuentra la puerta central, bordeada por dos macizas columnas retorcidas, y las entradas a las naves laterales. 

Interior de la catedral de Siracusa

La catedral de Siracusa tiene planta basilical de tres naves. La fachada es opulenta, lo que contrasta con la sencillez y sobriedad del interior, donde, sin embargo, hay numerosas obras de arte. La Cappella del Crocifisso (Capilla del Crucifijo), en la nave de la derecha, contiene una pintura de San Zósimo, atribuida habitualmente a Antonello da Messina. Al final de la nave de la derecha se accede también al “Museo Luciano”. Consta de dos pequeñas salas, en las que se exponen reliquias pertenecientes a Santa Lucía y exvotos dejados por los devotos a la mártir siracusana.

La nave central de la catedral de Siracusa

El techo de esta nave data del siglo XVI, pero los escudos de armas de las familias nobles de Siracusa se añadieron durante el siglo siguiente. En el presbiterio de la nave se encuentra el coro barroco de madera y el altar mayor. Éste se construyó utilizando un monolito del dintel del templo griego que se derrumbó durante el terremoto de 1693. En 1927, se añadieron dos pinturas del pintor Silvio Galimberti sobre el presbiterio para celebrar los orígenes de la iglesia de Siracusa. A la izquierda, el apóstol Pedro encomendando a Marciano la tarea de evangelizar la ciudad de Siracusa y, a la derecha, San Pablo predicando en el interior de las catacumbas. El retablo es un óleo sobre lienzo del siglo XVII de autoría incierta que representa la Natividad de María.

La nave izquierda de la catedral de Siracusa

En la nave de la izquierda, entre las columnas del templo griego, hay algunas estatuas de la escuela gaginesca. Se encuentran, por orden, las siguientes: Santa Catalina de Alejandría, la Virgen con el Niño y Santa Lucía. Al final de la nave se encuentra el único ábside bizantino que ha sobrevivido a las numerosas alteraciones a lo largo de los siglos. Aquí hay una capilla con una estatua de la “Madonna della Neve” (Nuestra Señora de las Nieves), obra de Antonello Gagini. La verja de hierro forjado que cierra la capilla es obra de los hermanos Paradiso, que la construyeron en 1928.

La estatua de Santa Lucía y las fiestas dedicadas a la Santa

La ciudad de Siracusa celebra la fiesta de Santa Lucía dos veces al año: en diciembre y en mayo (Santa Lucia delle quaglie). En estas ocasiones, los fieles llevan la estatua de la Santa en procesión por las calles de Ortigia. El recorrido va desde la Catedral hasta la iglesia de Santa Lucía, fuera de las murallas de la ciudad. La estatua, realizada en plata en el siglo XVII, es obra del maestro orfebre Pietro Rizzo. La caja sobre la que descansa, también de plata, es obra de Nibilio Gagini. En esta base hay seis paneles que representan episodios de la vida del mártir. El panel frontal representa el cuadro de Caravaggio de 1608 El entierro de Santa Lucía.

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