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La Fuente Aretusa (Fonte Aretusa) es sin duda uno de los lugares más misteriosos y fascinantes de Siracusa. Un manantial de agua dulce, situado a pocos metros del mar, que ha despertado la imaginación de poetas y escritores desde tiempos inmemoriales. Lo que hace aún más especial este lugar son los papiros que crecen aquí en abundancia, una rareza en Europa. La zona donde se encuentra la Fuente Aretusa es también uno de los mejores lugares de Ortigia para disfrutar de la puesta de sol.

La Fuente Aretusa en Siracusa

La statua di Alfeo e Aretusa statua a Siracusa dello scultore Biagio Poidomani
Alfeo e Aretusa – Biagio Poidomani

La Fuente Aretusa es un manantial que aflora en Ortigia a pocos metros del mar. Es una de las numerosas salidas de un acuífero que alimenta también el río Ciane. Inicialmente puro, el manantial se ha vuelto salobre, posiblemente debido a varios terremotos posteriores a 1693. En el siglo XVIII, el agua del manantial se recogía en depósitos subterráneos que alimentaban los lavaderos de curtidos.

Curiosidad: en 1798, Horatio Nelson hizo escala en Siracusa antes de enfrentarse a Napoleón en Abukir. A propósito de la Fuente Aretusa, escribió: “Gracias a sus esfuerzos, hemos sido abastecidos de alimentos y agua y, ciertamente, habiendo bebido de la Fuente Aretusa, no podemos dejar de vencer”.

En 1540, el manantial se incorporó a las nuevas fortificaciones ordenadas por Carlos V, mientras que su aspecto actual data de 1843, cuando se creó la cuenca que ahora lo rodea. Junto al manantial hay una estatua de bronce creada por el artista Biagio Poidomani en 1992, que representa al joven Alfeo persiguiendo a Aretusa.

El mito de Aretusa y Alfeo

La Fuente Aretusa ha despertado la imaginación de poetas y escritores desde tiempos inmemoriales. Un antiguo mito griego, recogido también en las Metamorfosis del poeta romano Ovidio, habla de Aretusa y Alfeo. Según la leyenda, Aretusa era una de las ninfas favoritas de la diosa Artemisa. Un día, durante un viaje de caza al Olimpo, la ninfa decidió desnudarse y bañarse en un río para refrescarse. Este estanque, sin embargo, era en realidad del dios Alfeo, hijo de Océano y Tetis. Una vez que la ninfa entró en el agua, el río empezó a burbujear y a arremolinarse. La ninfa, asustada, trató de escapar, pero en ese momento apareció Alfeo bajo la apariencia de un apuesto joven y comenzó a perseguirla. Aretusa pidió ayuda a Artemisa, que decidió convertirla en una fuente, establecida en Ortigia. Desesperado, Alfeo pidió ayuda a su padre Océano, quien abrió las aguas del mar Jónico para permitirle llegar hasta Sicilia y alcanzar a su amada ninfa.

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